Cosas simples

🕔 04 de Junio de 2016

Cosas simples

 

Inmerso en estos tristones días de otoño he puesto en mi computadora una foto preciosa como fondo de pantalla, se destaca por la exuberancia de las plantas y árboles, que dejan pasar la vista de los primeros cerros del paisaje. Este jardín está en un barrio, al final de una calle y a orillas de un arroyo. El significado de esta evocación es doble, ahí crecí y es donde vive mi madre. 

Este rincón fotografiado lo he visto crecer año tras año y en cada visita descubro novedades, pequeños detalles que se suman. La foto corresponde a una de las visitas que hago una vez al año

 Esta imagen me ha transportado. Me ha dado un empujón para pensar cosas simples, elementos que están en nuestra cotidianidad y me permite asociar algunas ideas para compartir.

 Ese jardín a orillas del arroyo existe porque la Señora Rosario, vecina que vivía en ese lugar, tuvo la idea de mejorar el espacio. Antes crecían pastizales y plantas sin la gracia que hoy tiene el terreno.

Rosario puso voluntad y trabajo para cambiar la vista del barrio. Plantó un árbol, que fue creciendo silvestre. Otro año agregó unos arbustos de flores. Después otras plantas de bellas hojas. Unas rosas trepadoras, que descuellan por su color. Sumó trabajo, dedicación, realce y confianza en lo que hacia. Los vecinos ayudaban cuidando. 

Hoy ella no está. Quedaron sus plantas como testimonio de su amor por los demás, su familia y vecinos. 

 En nuestra comunidad, seguramente, también podemos encontrar alguna experiencia similar. Que muestre a personas con una determinada dedicación por su espacio, por su gente y con el único interés de cambiarle la cara a lo que transcurre todos los días.

 Considero que nuestros pueblos necesitan de personas que tengan un espíritu de compromiso con su medio, que ayuden a renovar el entorno, que trabajen silenciosamente pensando en los demás. Personas vitales para romper con las rutinas que nos imponemos y nos encapsulan. Esas personas que hacen falta son personas necesarias. 

 A partir de la costumbre social y paisajista de la señora Rosario podríamos rescatar otras ideas si miramos nuestro contexto. Es posible que descubramos cosas nuevas para hacer, o que nos dispongamos valorizar y reconocer experiencias con “valor agregado”.

O que seamos capaces de asumir con entusiasmo otros proyectos y tomar el mejor de ellos para compartirlo con los demás, haciendo fuerzas en este pensamiento: “lo que tengo es valioso y lo tengo para compartir”. Pensado en los demás y siempre dispuestos a darle un vuelco a las cosas, llevándolas más allá.

 Amable lector. En “otros lugares” encontraremos “otras personas” que pueden llamarse Rosario, María, Julieta, Pedro, José...  los que en algún momento derramen bellos sentimientos a nuestro corazón. Otros animadores de la esperanza necesaria para enfrentar el trasbordo de aquí al más allá.

Y vuelven a sucederse los ciclos de la vida, dejando huellas profundas en cada rincón de la tierra: Las obras quedan… la gente se va.     

Juan Opazo Gallegos

Nota publicada: 04 de Junio de 2016
  1. maria ignacia 05 Junio 2016

    Lo profundo de la simpleza.....Muy bueno


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