Religados por la vida

🕔 11 de Junio de 2016

Religados por la vida

La historia de la humanidad suma millones de experiencias individuales que nos hablan de las relaciones entre los seres humanos, con la naturaleza y con Dios, unidos a la magnifica sinfonía del cosmos que los cubre en un gran manto de misterio. Sabemos además que la cíclica historia en la humanidad alcanzó la grandeza jamás imaginada y asombrosamente tropezó al mismo tiempo sobre sus miserias.

¿Cuál ha sido la relación de los hombres con Dios? ¿Qué ha significado la naturaleza? ¿Y cual es el sentido de la existencia del hombre?

Estas tres preguntas para este breve artículo, amable lector, me ayudaran a darle sentido a lo que escribo.

La antropología ha descubierto muchos rastros de las formas de comprender los hombres a la divinidad, siempre hubo signos del mundo espiritual con muchos matices y valores colectivos.

Mediante la naturaleza ha reflejado el respeto, los miedos, las expresiones de culto y los ciclos del ecosistema, muchas veces sobrecogido por los tiempos de vida y muerte.

Los hombres concientes de una realidad divina y misteriosa, no siempre pudieron lograr su comprensión plena de Dios o de sus dioses. Así como ha quedado de manifiesto, especialmente en los últimos siglos, que también han existido hombres que no creen.

Con el paso de los siglos vemos asomarse a las grandes religiones y su impacto sobre la historia. Especialmente las religiones monoteístas y reveladas.

 

En enero del 2011 participaron de una reunión Leonardo Boff (teólogo católico) y el Dalai Lama (budista tibetano). Y cuenta Boff de un diálogo que compartió con él:

"En el intervalo de una mesa redonda sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual  participaba el Dalai Lama y   un servidor, maliciosamente,  mas también con interés teológico,  le pregunte en mi inglés defectuoso: "Santidad, ¿cuál es la mejor religión?"

Esperaba que dijera: "El budismo tibetano" o las religiones orientales, mucho más antiguas que el cristianismo..."

El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, me miró fijamente  a los ojos -lo que me desconcertó un poco porque yo sabía  la malicia contenida en la pregunta- y afirmó:

"La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al Infinito". Es aquella que te hace mejor."  

Para salir de la perplejidad delante de tan sabia respuesta, pregunté:   -"Qué es lo que me hace mejor?" -El respondió: -"Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético... La religión que consiga hacer eso de ti es la mejor religión."  

  Callé, maravillado, y hasta los días de hoy estoy  rumiando su respuesta sabia e irrefutable. No me interesa amigo tu religión o si tienes o no tienes religión.  

Lo que realmente me importa es tu conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu trabajo, de tu comunidad, delante del mundo.  

 

Parece extraño pero debo decir “desde este lugar” para esta sociedad posmoderna, de la lógica y la razón; sociedad de la tecnología y los avances que asombran y someten al consumo; para la sociedad de las desigualdades y los mercaderes de la muerte, a este mundo le debemos repetir que es bueno que los hombres vuelvan su mirada a Dios, que se reencuentren con sus hermanos, que abran los corazones y la mente para crear espacios de mejor convivencia y desarrollo, que trabajen por un mundo fraterno como proyección social, como políticas de bienestar y bien común.

Esta no es una clase de religión. Es una invitación a mirar más allá y a trabajar por los demás y a descubrir “aquello que te hace mejor”

 

Juan Opazo Gallegos

Nota publicada: 11 de Junio de 2016
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