Al lado del camino

🕔 05 de Abril de 2016

Cada año se abren las tranqueras para que nuevas hectáreas sean cultivadas, mientras el paisaje original pierde terreno junto con su variada fauna y flora. Esta relación entre explotación agrícola y conservación del medio ambiente nunca ha sido fácil y la tensión siempre está al límite. Precisamente, en el borde -el terreno libre entre el cerco rural y el  camino, que en la ciudad sería la vereda-, es donde podría encontrarse una contención ante el avance imparable de sembradíos, según una investigación realizada en la provincia de Buenos Aires por el Grupo de Estudios sobre Biodiversidad en Agroecosistemas (GEBA) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA).

“Los bordes de los caminos, en particular cuando tienen más de 10 metros de ancho, ofrecen vegetación silvestre entre potreros cultivados que permiten, por ejemplo, a las aves de pastizal refugiarse, alimentarse e incluso nidificar”, destacan los doctores David Bilenca y Mariano Codesido, de FCEN-UBA. “Cuando el espacio libre entre alambrados están mejor preservados y conservan sus condiciones naturales, la biodiversidad se incrementa, y con ella el ecosistema se vuelve más estable”, agrega Bilenca, director de GEBA.

Barrera contra el viento que atenúa la erosión y el riesgo de contaminación por pesticidas; refugio de numerosas especies que también benefician al agro como los polinizadores; son algunas de las ventajas de dejar en su estado original a los espacios intermedios entre el alambre y el camino, que hoy corren diversa suerte. En algunos casos se los elimina por cuestiones estéticas o porque le achacan ser fuente de malezas. En ocasiones, también estos terrenos son usados para expandir el cultivo.

¿Cómo lograr que se dejen bordes anchos con vegetación natural dado que mejoran la diversidad, y con ello el equilibrio del ecosistema? “En un mundo que destaca los esquemas de certificación para demostrar que se produce de manera sustentable, con prácticas agropecuarias que conservan el suelo y son amigables con el medio ambiente; es importante incorporar este indicador de la biodiversidad, que hasta ahora ha quedado afuera. Esta medida incentivaría la preservación al agregar valor al producto”, propone el doctor Bilenca, tras reunir evidencia científica sobre la importancia de conservar los bordes en un estudio efectuado a lo largo de dos años en 35 áreas del campo bonaerense.

 

Fuente: nexciencias.exactas.uba.ar / Cecilia Draghi

Nota publicada: 05 de Abril de 2016
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