Reforma de la ley superior de estudios

🕔 12 de Noviembre de 2015

Reforma de la ley superior de estudios

Quizás, la reforma de la Ley Superior de 1995 sea una de las últimas leyes educativas que nuestros legisladores nos dejen como herencia ante un eventual cambio de gobierno presidencial. Ésta surge de un proyecto del año 2013 elevado por el Frente para la Victoria y que en el mes de Octubre pasado logró el respaldo de otros bloques políticos de la Cámara de Senadores. Formalmente, se la describió como garante de dos aspectos: la gratuidad de la educación superior pública y el acceso libre e irrestricto a la educación universitaria.

La Dra. Adriana Puiggrós (FPV) fue quien presentó el proyecto y es quien en la actualidad lo defiende y lo explica en distintos medios masivos de comunicación. Recomiendo observar la nota periodística on line del Diario La Nación en donde manifiesta, ante la consulta de la periodista, que “los ingresos a las facultades de Medicina de La Plata y Córdoba son procesos traumáticos para los estudiantes”.

El no arancelamiento en las universidades públicas es una medida que siempre tuvo consenso en la comunidad educativa. Se presupuestaron $50.000.000.000 para la educación superior en el próximo año. Estos fondos lo aportará la ciudadanía con la esperanza, no sólo, de que la universidad sea inclusiva, sino también que sea de calidad. El acceso libre e irrestricto no ayudará a cumplir este último anhelo.

No se trata de la defensa de la cultura de una elite que ingresa a la universidad, como lo manifiesta la Dra. Adriana Puiggrós. Se trata de la cultura del conjunto, que observa como las palabras exigencia, esfuerzo y calidad educativa han perdido significado dentro de la educación.

La autonomía universitaria, de la cual también bastante se habla, en principio se mantiene estable. De ahí que la UBA mantenga el Ciclo Básico Común (CBC) como forma de ingreso. Lo mismos sucede con los diferentes sistemas nivelatorios de cada universidad.

Las pocas estadísticas educativas existentes señalan que más del 65% de los alumnos que ingresan a la Universidad Pública no se reciben. Muchos de los estudiantes universitarios, al contrario, se convierten en estudiantes crónicos con más de 10 años de cursada en ciertas ocasiones, incidiendo esto negativamente en la tan mentada calidad educativa. Una probable “invasión” de alumnos con el título de Nivel Secundario a la Universidad ¿Qué consecuencias traería, a corto plazo, en la materias iniciales de algunas carreras? Pregúntele a un docente con más de 250 alumnos (que los hay en la actualidad) y tendrá la respuesta. De otro modo, ¿Quiénes deberían ingresar? Simplemente los que se esfuerzan para lograrlo. Esto estaba previsto en la decisión autónoma de cada facultad, las cuales tenían la posibilidad de implementar cursos de ingreso, exámenes “filtros”, CBC.

Las universidades no están preparadas edilicia ni humanamente para recibir estudiantes en alto número de ingresantes, caso contrario habría que repensar una nueva universidad.

El problema es aún más de fondo y esto es reconocido por la misma impulsora de la ley mencionada. Se trata de la necesidad de la reforma del Nivel Secundario. El mismo es vetusto en diferentes aspectos que hacen que no se logre satisfactoriamente lo que se anhela: la formación de un ciudadano vinculado al mundo laboral y con formación para el ingreso a ciclos superiores de estudios. Quizás en esto último esté la explicación de la reforma de la presente ley.

Prof. Méd. Vet. Silvio G. Sanso

Nota publicada: 12 de Noviembre de 2015
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