Para encauzar la felicidad
🕔 10 de Octubre de 2015Para encausar la felicidad
Amable lector. En esta oportunidad he tenido presente a viejos amigos scout con los que compartí muchas aventuras, en las que había tiempo para el diálogo en las caminatas o junto al fuego al llegar la noche. En las vigilias hablamos sobre la vida, de hechos muy puntuales que vivíamos entonces. Pensando en los que hoy viven esas etapas de sus vidas, les quiero animar a encausar la felicidad, con los desafíos que surgen para conseguirla. Esta son mis reflexiones:
Al comenzar el día despeja los pesimismos que acarreas de otras épocas.Pon tu mirada en los proyectos de la jornada que inicias como si estos fueran los más importantes.
Sé tú mismo, no naciste por casualidad, estás llamado a ser alguien en medio de la inmensidad cósmica y en el espacio diario de tu gente
Mira a los ojos a los demás y devuelve los buenos gestos de los que se cruzan en tu camino.
Recuerda que es muy positivo tener “algún motivo de vida” y de creer en él, por más absurdo que sea para los otros.
Pon en tu vida interior “alguna senda espiritual”. Dale soga a lo que tienes atado adentro, recordando que “no somos puro animal”, siempre hay en nuestro interior un algo que reclama elevarse: el corazón, el espíritu, el intelecto, los sueños, las percepciones, los sentimientos, la sensibilidad que recorre nuestro cuerpo y se transforma en acciones nobles.
Camina erguido, no te dejes aplastar por los derrotistas, ni por los que disfrutan poniendo piedras en tu camino, saca de tu zapato lo que te retrasa la marcha.
Se justo y ama la justicia, no te conviertas en tu propio enemigo dejándote aplastar como un insecto. No te dejes arrebatar la alegría de vivir en un mundo donde el sol sale para todos.
Comparte el pan y la esperanza, para que tu trabajo se transforme en signos de amor y el bienestar delosdemás sea vida abundante, porque la solidaridad que aprieta las manos es la fuerza que permite ver un horizonte de luz.
Gástate, cánsate, moléstate por lo que le pasa a los otros, particularmente por los más débiles de tu entorno, que al llegar la noche podrás dormir con la conciencia en paz.
No le temas al silencio ni a la soledad, que pueden ser los espacios más creativos para tu persona y precursores de experiencias renovadoras.
Se comenta el dicho que “el dinero no hace la felicidad”, y es retrucada con la frase “pero la ayuda”. Es una verdad corriente, pero más que los bienes materiales valora la felicidad que brota de tu vertiente, de las fuentes de tu vida, de la profunda y cristalina sabiduría humana.
Fortalece tus aspiraciones y con ellas fórjate, como en una fragua, para hacer lo imposible por un mañana distinto, queriendo “dejar mejor el mundo de lo que estaba el día que naciste”.
Estudia considerando los esfuerzos de otros. Crece por el conocimiento adquirido. Haz una síntesis de tu formación como si de ésta dependieran los destino de las historia, aún cuando te creas insignificante y despojado de todo bien.
Se fraterno con tu planeta, es tuyo y de millones, trabaja por su bienestar como si fuera un ser muy amado.
Que el dolor y la enfermedad no te sumerjan en la desesperanza, la fragilidad que traen a cuesta también te puede hacer fuerte. Se conciente de tus incapacidades, no las niegues, asúmelas para liberarlas.
Oxigena tu sangre, busca tu modo de hacerlo, no te quedes sin mover tu cuerpo, llévalo por toda tu casa que es tu pueblo; mira las cosas y descúbrelas como nuevas; ponte en movimiento, deja que a tu persona la oriente la acción, los sueños y compromisos con la vida de tu terruño.
Juan Opazo Gallegos