El Caballo Criollo

🕔 25 de Mayo de 2019

Para empezar a conocer nuestro caballo criollo, debemos remontarnos en la historia y trasladarnos a lugares lejanos.

El imperio árabe en su expansión invade España. Para ello utiliza como principal fuerza de combate a los pueblos africanos del norte – sobre todo del actual Marruecos – y sus famosos caballos bereberes. Esa caballería liviana, y ágil, unida a una equitación suelta y natural, resulta imbatible para los toscos caballos y la rígida equitación europea. Siglos de resistencia lleva al pueblo español a adaptarse a esa manera de montar y, simultáneamente, formar una nueva raza de caballos. Los resultados son inmejorables. Generan la mejor caballería del mundo, con la que logran reconquistar su territorio.

Es éste el extraordinario caballo que llega a América. En su nuevo hábitat se halla en la gloria. El clima, la geografía y los pastos naturales favorecen la cría, a punto tal, que no necesitan de la intervención del hombre para subsistir y multiplicarse. Es por eso que, animales liberados por el hombre, o escapados al campo accidentalmente, dan origen a “bagualadas” inmensas. Pero no todo es color de rosa…

Esta experiencia americana es seguramente la última vez en que una especie doméstica es sometida a la implacable ley de la selección natural. Esto es: comer lo que hay, tomar agua si se encuentra, escapar del puma y el yaguareté si la velocidad es suficiente, sobrevivir al frío y el calor sin manta ni sombra, y reproducirse solo si se conservan las fuerzas suficientes. Resumiendo: sufren…pero se fortifican.

Mientras tanto, sus parientes, que siguen en cautiverio, cruzan los Andes y pelean logrando la independencia del continente. Vuelven a pelear en guerras internas entre unitarios y federales. Los chasques salen como luz llevando “partes” por toda la geografía. Los indios capturan los baguales y los convierten en una temible arma de guerra. Los milicos los enfrentan con abnegados “patrios” que pasan miserias en ignotos fortines. Las galeras empiezan a abrir caminos, acosadas en todo momento por los indios. Finalizados los enfrentamientos, se convierten en caballos de estancia. Allí se hacen imprescindibles para sacar agua del jagüel, trabajar en el pisadero de barro¸ transportar los chicos a la escuela, llevar y traer hacienda en interminables arreos. Siempre y todos de a caballo. Siempre y todos en el caballo del país: el criollo.

A fines del siglo XIX, nos convertimos en grandes exportadores de lana y carne. Empiezan entonces las importaciones de carneros y toros de razas europeas que cumplían con las necesidades de nuestros clientes. De ahí a la creación de un sentimiento de que todo lo europeo era mejor, hubo un corto paso. Es así que empiezan los cruzamientos - frecuentemente poco racionales, - sobre las yeguas del país. A veces solo por criterios estéticos de moda, se van eliminando las sangres criollas.

Pero no todos piensan igual. Algunos reconocen la adaptación al medio y la aptitud para el trabajo ganadero de nuestros caballos. El profesor Ángel Cabrera y el Dr. Emilio Solanet entre otros lo fundamentan desde la ciencia. El suizo Tschiffely con Mancha y Gato, pero también miles de paisanos, lo demuestran desde la práctica. Comienza entonces la recuperación de la raza.

¿ Y hoy, con el avance de la agricultura, la aparición del alambrado eléctrico, el engorde a corral, el tambo mecanizado, las camionetas 4x4, como se presenta su futuro ? Extraordinario. Contrariamente a lo que se podría suponer, la raza crece y crece. Se multiplican los criadores y usuarios de la mano de las pruebas de rienda, marchas, exposiciones, cabalgatas, excursiones, desfiles..…

Será porque hay cosas definitivamente incorporadas a la cultura de una nación que se hizo de a caballo,… y definitivamente incorporadas a la genética del hombre, que convive y disfruta de ellos desde los albores de la historia.

 

José Miguel de los Heros

Nota publicada: 25 de Mayo de 2019
  1. Carlos 29 Agosto 2015

    Sin dudarlo disfruto de ellos no puedo prescindir del placer de montarlos p. recorrer ,seguramente como tu refieres debe ser algo genético el placer q. me produce verlos ,simplemente.Exelente tu comentario JOSE MIGUEL


  2. Héctor José Mosso 19 Agosto 2015

    Excelente reseña. Gracias José


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