Salud y espiritualidad III: Energía y Salud

🕔 04 de Julio de 2015

Salud y espiritualidad III: Energía y Salud

 

            Es común oír la queja “no me siento bien”, “estoy desganado”, “no tengo fuerzas o ánimo para nada”. Todas manifestaciones de falta de energía. Se ha dicho que ahí está el inicio de la enfermedad, que esos son los pródromos de la enfermedad, que así empieza el proceso que luego desencadenará a nivel físico la enfermedad.

            Son varias las medicinas complementarias que pretenden trabajar, y quizás realmente lo hagan, a ese nivel energético y desde ahí generar la tan ansiada curación. La acupuntura que actuaría sobre el “chi”, nombre que la tradición china le otorga a la energía corporal; la sanación pránica desde el yoga y el pranayama que dice intervenir sobre la energía vital llamada prana en esa concepción filosófica; la imposición de manos y el reiki con su acción sobre el cuerpo sutil o energético, la homeopatía y las modificaciones de los miasmas o esquemas vibracionales básicos de la materia; etc.

            No es fácil realizar estudios científicos, doble ciego por ejemplo en acupuntura, para demostrar la eficacia de estas terapéuticas. Si bien existen estudios científicos en este sentido, muchos de ellos han sido cuestionados desde la medicina occidental. Pero la cuestión básica es ¿existe dicha energía vital? Y ¿de verdad se podrá actuar sobre ella?

La medicina alopática, la occidental, ortodoxa o académica, floreció en el siglo XIX de la mano del microscopio y los análisis químicos de laboratorio. La realidad que percibimos depende de los instrumentos con la que la abordamos, y esos fueron los instrumentos con los que contaron los médicos, biólogos, químicos en el momento que esta medicina tuvo su auge. Por eso nuestra medicina se basa en células, reacciones químicas y microbios, lo que se podía ver en el microscopio y analizar en un laboratorio. Allí se creyó encontrar las causas de las enfermedades, sin advertir que solo habían descubierto los mecanismos por los cuales una enfermedad se desarrolla.

            Desde esta perspectiva el ser humano es un cuerpo formado por sistemas (cardiovascular, neurológico, etc.) y aparatos (digestivo, reproductor, etc.) que se hallan constituidos por órganos (pulmón, estómago, etc.) y éstos por tejidos (muscular, conectivos, etc.) y células que se componen de organoides intracelulares (mitocondrias, retículo endoplásmico liso, etc. Finalmente detrás de todo ello, moléculas y átomos que conforman la estructura básica del organismo con sus reacciones químicas que determinan el funcionamiento del mismo. Con los microscopios podemos ver hasta los organoides intracelulares, y la parte final molecular, de reacciones químicas, se pueden observar mediante los análisis químicos. Por eso, bien podemos decir que la medicina actual es hija de la química.

            Sin embargo el desarrollo de la física en el siglo XX, a partir de Einstein y la teoría de la relatividad, y luego la física cuántica, nos permitieron adentrarnos aún más en la materia, de modo que ahora llegamos hasta las partículas subatómicas y el asombroso comportamiento de estas. Como era de esperar, estos nuevos conocimientos han comenzado a afectar a la medicina, y esta medicina basada en la química empieza a desplazarse hacia una medicina basada en la física.

            El funcionamiento de cualquier máquina o ser vivo requiere de energía. En la mecánica se obtiene de la combustión de un residuo fósil, del sol, el viento o una reacción nuclear; en la biología se obtiene de la fotosíntesis como ocurre con las plantas, o de los nutrientes ingeridos por el resto de los seres vivos. En la medicina nacida en el siglo XIX se había llegado hasta la mitocondria, la usina de la célula, donde a través del ciclo de Krebs y la cadena respiratoria, se obtiene el ATP (adenosín trifosfato) que es el combustible que le otorga energía a las reacciones químicas para que estas puedan suceder y permitir así el funcionamiento de todo el organismo, desde los latidos del corazón hasta los pensamientos por la actividad neuronal.

            Pero ahora desde la física podemos ir más allá y alcanzar esa instancia donde las partículas subatómicas, esos quantums de energía, es decir paquetes de energía, que vibrando cada una a su frecuencia particular, se comportan como onda o como partícula según intervenga o no el observador, dependiendo de la atención que este le preste o no. Aquí llegamos al meollo de la cuestión y a la participación que el ser humano, en este caso el terapeuta o el médico, puede tener en relación a la salud o enfermedad de una persona.

            Desde las investigaciones realizadas por Fritz Albert Popp y Bernhard Ruth se ha podido observar que las moléculas y también las células emiten radiaciones de luz. Esta radiación de luz, biofotones, son los que permiten la comunicación de las células entre ellas y con el medio ambiente (o campo cuántico). La alteración de dicha comunicación estaría en la base de las enfermedades. Estos biofotones o cuantos de energía serían los que transmiten la información que regula el funcionamiento del organismo, y aquí llegamos al fin del camino, desde la física y ya no desde la química, al punto donde la energía se relaciona con el proceso de salud-enfermedad, y que daría pie a los distintos abordajes de las ramas alternativas o complementarias de la medicina.

            Una nueva rama de la medicina, la medicina cuántica, está naciendo, con la intención de trabajar a dicho nivel. El decurso de los acontecimientos y el desarrollo de la ciencia nos dirá si lo logra o no. Por lo pronto, la ciencia ha aportado en el siglo XX muchos elementos para abrir un nuevo campo de acción a la medicina, ya veremos si de la mano de antiguas medicinas ancladas en las más variadas tradiciones o en nuevos enfoques de la medicina occidental. La expectativa es esperanzadora.     

                                                                                  David Aguirre

           

 

 

Nota publicada: 04 de Julio de 2015
  1. Andrea Alvarez 03 Enero 2017

    Hola, muy interesante artículo. Podría darme referencias bibliográficas del mismo? Me gustaría citarlo en una tesis, pero necesito citas bibliográficas de referencia. Gracias!


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